Efectividad de las aplicaciones foliares de nutrientes
Hay muchos condicionantes que pueden restar rendimiento a las aplicaciones foliares, como la temperatura, el tamaño de la hoja, su estado fenológico, etc.
Las aplicaciones foliares de nutrientes no son algo moderno…
Ni mucho menos. Hay documentación que constata que se aplicaba en 1.844 sulfato de hierro para corregir clorosis férrica en vides destinadas a producir vino en Francia.
Lo que sí se ha modernizado es la eficiencia de los nutrientes que aportamos foliarmente, ya que actualmente podemos aprovechar las ventajas que nos ofrecen los últimos quelatos o complejos que se absorben rápidamente y reducen las pérdidas en su aplicación.
Aunque comúnmente se piensa que es así, hay una vertiente científica que rechaza que la absorción de nutrientes foliares se haga a través de los estomas. Reivindican que los estomas sólo tienen la función de absorber elementos gaseosos (intercambio gaseoso) y que las gotas de agua suelen ser varias veces mayor al tamaño de la apertura estomática.
Contando con la tensión superficial del agua, es difícil que se pueda introducir a través de los estamos.
Por el contrario, se defiende que los nutrientes se absorben a través de los poros de la hoja (no son estomas) mediante el gradiente de concentración, atravesando distintas capas de la hoja por varias rutas de absorción.
Las etapas de las aplicaciones foliares de nutrientes
Cuando aplicamos un producto nutricional o incluso un fitosanitario para combatir alguna plaga o enfermedad, el proceso de absorción pasa por varias etapas. Concretamente 3 etapas.
Etapa 1: retención de los nutrientes o materias activas en la hoja
Cuando aplicamos de forma foliar un nutriente o una materia activa (fitosanitario), parte de estas sustancias quedan retenidas en la hoja, otras se pierden.
De hecho, una condición importante es que el producto que apliquemos tenga la propiedad química de quedar retenido en la hoja al menos unas cuantas horas (lo mejor es más de 3 horas).
Esto garantiza la máxima absorción del producto, por lo que es muy conveniente mirar la predicción del tiempo y observar que no va a llover o hacer viento en las siguientes horas.
Un consejo: cuanta más humedad ambiental haya (medida en % de humedad relativa), mejor permeabilidad tendrá la cutícula de las hojas y mayor absorción habrá. Al contrario de lo que podamos pensar de que por estar seca va a absorber más, como si estuviese sedienta.
También es aconsejable el uso de tensioactivos o productos que aumentan la solubilidad, miscibilidad y reducen el tamaño de gota de los nutrientes. Con ello se consigue que la aplicación foliar sea más efectiva, medida en mayor porcentaje de producto absorbido por la hoja.
Etapa 2: transporte de la sustancia al interior de la hoja (células)
En esta etapa, los nutrientes se han absorbido de la superficie de la hoja al interior de las capas, desplazándose hacia el interior de forma progresiva.
Las células epidermales actúan como barreras naturales que impiden que determinadas sustancias sean absorbidas o no y pasen el “filtro natural” impuesto por las plantas. La velocidad de absorción dependerá de las condiciones de la planta y de la concentración del soluto. Es decir, de la concentración de sales en el medio acuoso.
Etapa 3: movimiento del nutriente hacia los órganos (como los frutos)
Los nutrientes o compuestos se desplazan a través de las células a través de 2 movimientos. Entre los espacios de las células (espacios intercelulares), conocido como apoplasto, o bien a través del interior de las céluas (espacios intracelulares), conocido como simplasto.
Las sustancias aplicadas foliarmente se dirigen a los órganos donde mayor demanda haya del nutriente. Por ejemplo, en el caso de que hagamos una aplicación foliar de hierro, se desplazará lentamente hasta las hojas jóvenes que presentan un estado clorótico por carencia de este elemento.
En el caso de que hagamos una aplicación en fertirrigación para corregir una carencia, tiene el inconveniente de que el desplazamiento es mayor (desde las raíces hasta la parte aérea, en el caso de una carencia de hierro). Por eso, muchas veces se recurre a las aplicaciones foliares, aunque habrá que tener en cuenta condicionantes especiales según el producto.
La rapidez en la absorción foliar depende del nutriente elegido
No todos los nutrientes tienen las mismas propiedades químicas ni el mismo tamaño molecular. Por tanto, es de esperar que su tasa de absorción sea distinta.
De los nutrientes conocidos, ésta sería la clasificación de mayor a menor absorción del 50% de la aplicación.
– Nitrógeno: de 30 minutos a 2 horas
– Fosforo: de 5 a 10 días
– Potasio: de 10 a 24 horas
– Calcio: 1 a 2 días
– Magnesio: 2 a 5 horas
Igualmente también depende, dentro de cada uno de estos nutrientes, la distinta naturaleza de ellas. Por ejemplo, el caso del potasio, cuyo aporte puede hacerse con nitrato potásico, fosfato monopotásico, sulfato potásico, etc.
En esta imagen vemos el ejemplo de la tasa de absorción a las 24 horas de aplicación. Vemos que el nitrato potásico tiene una eficiencia inferior al 50%, pero mucho mayor que el resto de soluciones ricas en potasio aplicadas de forma foliar.
En el caso del sulfato potásico, menos del 20% de las sales aplicadas por pulverización foliar han conseguido ser absorbidas. Además, de ese 19,4%, aún siguen habiendo pérdidas, puesto que sólo el 13,2% se transloca desde la hoja hacia los órganos como los frutos.
Esta imagen representa la diferencia en la distribución del ión de hierro sobre la hoja en distintas condiciones. En el caso A, con una hoja sana y de color verde, y en el caso B, con una hoja estresada con problemas de transporte y crecimiento restringido.
¿Cuándo es recomendable realizar aplicaciones foliares?
Por norma, las aplicaciones foliares no tienen ningún tipo de restricción siempre que sean aptas para aplicar.
El mejor uso de los tratamientos aéreos se hará cuando tengamos problemas en suelo y una baja tasa de asimilación radicular.
Esto puede deberse a problemas con el pH, suelos bloqueados por antagonismos de nutrientes, bajo porcentaje de materia orgánica, encharcamientos, sequía extrema etc.
También hay que contar con que la fertilización foliar es más eficiente que la fertirrigación, por lo que está totalmente recomendada en situaciones de carencia de algún nutriente. Esto se debe a que al aplicar el nutriente requerido a través de las hojas se dirige con mucha más facilidad a las partes donde se necesita, y no tiene que recorrer el largo camino desde las raíces hasta los órganos.
Los tratamientos foliares son recomendables en momentos de máxima necesidad, cuando las raíces no tienen la suficiente energía para asimilar todos los nutrientes que necesita.
Ten en cuenta que la absorción de nutrientes por parte de las raíces no se hace a coste cero y tiene que gastar energía para tomar otra. En el caso de los cationes, libera H+ para compensar la asimilación de iones de carga positiva y estar siempre en equilibrio iónico.
Algo a tener en cuenta es que los nutrientes tienen distintas formas de desplazarse, por lo que se puede diferenciar entre los nutrientes de alta movilidad y los de baja movilidad.
Nutrientes de alta movilidad
Lo son el nitrógeno, fósforo, potasio, magnesio, etc. Las aplicaciones tanto en fertirrigación como en los tratamientos foliares se transportan bien dentro de la planta y las correcciones de los estados carenciales suelen llevar poco tiempo (varios días como mucho).
Nutrientes de baja movilidad
Sin embargo, tenemos muchos micronutrientes (hierro, manganeso, zinc, cobre, etc.) con baja movilidad que dependen de muchos condicionantes para ser transportados. El movimiento es lento y la corrección de las clorosis suele llevar algunos días más.
Un claro ejemplo es el de la clorosis férrica y la corrección, que puede llevar más de una semana con repeticiones en las aplicaciones.
Fuente: agromatica.es